23 oct 2012


Desde la mirada inocente de un niño
La reflexión de un niño.
http://www.youtube.com/watch?v=vG3-z8013mY

El enlace que os adjunto, muestra un texto y a continuación un vídeo relacionado. Os aconsejo que lo veáis con atención y leáis más allá de las letras. A mi me hace reflexionar.

http://pedagogia.lauramascaro.com/2012/10/ce-nest-quun-debut-solo-es-el-principio.html

Padres Comprometidos: El Recurso Secreto en la Educación de los Hijos

A pesar de que diariamente los padres mandan sin falta a sus hijos a la escuela y esperan que les vaya bien, se puede agregar un ingrediente adicional que dará un fuerte impulso al éxito del niño. La participación de los padres es el ingrediente que hace la diferencia. La participación activa de los padres en la educación de sus hijos, tanto en el hogar como en la escuela, trae muchos beneficios y tiene un impacto significativo en la vida del niño. Según estudios de investigación, los niños de padres comprometidos:

  • faltan menos;
  • se comportan mejor;
  • tienen un mejor desempeño académico desde los años preescolares hasta la escuela superior;
  • continúan con sus estudios escolares;
  • van a mejores escuelas.

La investigación demuestra también que un entorno hogareño en el que se fomenta el aprendizaje es aún más importante que los ingresos, el nivel de educación o los antecedentes culturales de los padres. Al participar activamente en la educación de sus hijos, tanto en el hogar como en la escuela, los padres envían mensajes importantes a sus hijos. Les demuestran que se interesan por las actividades que realizan y refuerzan la idea de que la escuela es importante.

Cómo comprometerse y participar– Preparando el terreno en los primeros años escolares

La realidad es que algunos padres tienen más tiempo que otros para participar, pero es importante que aun los padres muy ocupados examinen sus prioridades y se hagan un tiempo, aunque sea corto. Algunas escuelas están intentando trabajar con horarios más flexibles para que los padres que trabajan tengan más opciones.

Estas son algunas recomendaciones específicas en las que los padres pueden participar en la educación de sus hijos:

En el hogar:

  • Léales a sus hijos. Leer en voz alta es la actividad más importante que pueden hacer los padres para aumentar las posibilidades del niño de leer correctamente.
  • Converse sobre los libros y las historias que lee a su hijo.
  • Ayude a su hijo a organizar su tiempo.
  • Ponga un límite a la cantidad de horas de televisión que pueden ver durante los días de semana.
  • Hable con su hijo regularmente sobre lo que ocurre en la escuela.
  • Revise la tarea cada noche.

En la escuela: Reúnase con la maestra u otros miembros del personal de la escuela para determinar dónde se necesita ayuda, cuándo y cómo; y fíjese dónde esto coincide con sus intereses. Ofrezca voluntariamente su tiempo. Los padres pueden:

  • ser ayudantes en el salón de clases;
  • dar clases particulares o leer con niños en forma individual;
  • ayudar a los niños con necesidades especiales;
  • ayudar en los laboratorios especiales, como el de computación o ciencias;
  • planificar y trabajar para recaudar fondos;
  • planear y acompañar a los estudiantes en los paseos escolares;
  • asistir a los entrenadores en eventos deportivos;
  • asistir con los proyectos de manualidades y arte;
  • ayudar en algún club de intereses especiales o grupo de teatro;
  • hablar a la clase sobre su carrera o área de especialización;
  • ayudar a escribir comunicados de prensa y artículos sobre las noticias locales;
  • desempeñarse como asistente de la biblioteca y ayudar en la "hora del cuento".

Las posibilidades son infinitas.

  • Vote en las elecciones para la junta escolar. Sepa qué proponen los candidatos.
  • Participe en las asociaciones de padres y maestros, y en las decisiones escolares.
  • Ayude a su escuela a fijar estándares académicos altos.
  • Transfórmese en defensor de una mejor educación en su comunidad y estado.

No deje de participar: Los años de la escuela media y superior

Durante la adolescencia, los niños se hacen más independientes y en general no desean que sus padres estén en la escuela. Los alumnos de la escuela intermedia y superior deben enfrentarse a más materias y más maestros de una manera más impersonal, por eso la participación de los padres, aunque menos directa, sigue siendo importante. Los padres pueden participar en eventos escolares, revisar la tarea, aportar experiencias y materiales que complementen el trabajo en el curso, y ayudar al niño con estrategias de organización. Los padres pueden influir en el progreso académico de sus hijos mediante el apoyo y el refuerzo, y sirviendo de modelos. Los niños aprenden de los estilos de aprendizaje y las actividades propias de los padres como discusiones, lectura de periódicos y otros materiales, hábitos televisivos y otras fuentes de información y conocimiento.

Vale la pena que los padres se involucren

Cuando los padres aportan su esfuerzo y tiempo, tienen la oportunidad de interactuar con los maestros, los administradores y otros padres. Pueden aprender por sí mismos sobre las actividades diarias y la cultura social de la escuela, que le permitirán comprender cómo es la escuela de su hijo.

Tanto el niño como la escuela se benefician, y los padres sirven como ejemplo al demostrar cuán importante es la participación de la comunidad. Además de mejorar el rendimiento académico, la participación de los padres da resultado de otras formas igualmente significativas. Numerosos estudios han demostrado que la participación de los padres es un factor de protección contra el uso del tabaco, la depresión, los trastornos de alimentación, el rendimiento académico y otros problemas de los adolescentes. Al mantenerse involucrado con sus hijos pequeños y adolescentes, los padres pueden ser una fuente de apoyo, crear un clima que permita tratar temas difíciles y servir de ejemplo para una conducta responsable y de compromiso.

21 oct 2012


Tiempo de calidad con nuestros hijos

Al investigar acerca de lo que han dicho psicólogos, educadores y orientadores familiares acerca de este tema, sabemos que los padres actualmente trabajan más que nunca, llegan a casa cuando los niños ya están dormidos, ellos cansados, y además contamos con más distracciones que antes (Internet, móviles …). Si nos sentimos culpables por esa situación deberíamos entender perfectamente lo que significa "tiempo de calidad con nuestros hijos". Sinceramente, no es algo que nos tengan que enseñar, pues muy dentro de nosotros vivimos convencidos de que, como dice Josh McDowell en su libro El padre que yo quiero ser, los hijos perciben nuestro amor a través del tiempo que les dedicamos.

También sabemos que es imposible alcanzar calidad si no se parte de una cantidad de tiempo adecuada, a pesar de que muchos digan lo contrario. Me gusta un ejemplo que exponen Norah y Jorge Zuloaga en Familia presente: puedo contar con ingredientes de la mejor calidad para hacer un delicioso pastel, pero si no lo horneo el tiempo suficiente, el resultado no será óptimo. Los  hijos necesitan pasar tiempo con los papis: cantidad y calidad.

Como no he querido llenar este espacio con líneas y más líneas de teorías, especulaciones y rigidez, he preguntado a un montón de padres y madres(que tienen hijos desde los dos meses hasta los 25 años de edad) qué pensaban acerca del tiempo de calidad con sus hijos y qué actividades realizaban con ellos durante ese tiempo.

Tiempo de calidad con mis hijos...

ü Es hacer algo que les guste a mis hijos, no importa el tiempo que dure."

ü Tiempo invertido en ellos que realmente se ve reflejado al mejorar su vida, sus relaciones, sus emociones, su estabilidad y sus conocimientos."

ü "El tiempo que estoy con mis hijos y ellos saben que estoy en cuerpo y alma, no solo en cuerpo..."

ü "Aquel tiempo en el que nada ni nadie puede interrumpir nuestra relación con ellos. Donde saben y sienten que verdaderamente son lo más importante para nosotros. En donde podemos conectar corazones, mentes y cuerpos y ser verdaderamente padres e hijos."

ü "Tiempo de calidad es el que pasas realmente con ellos, dedicado a poner todos tus sentidos en atenderlos, escucharlos o simplemente jugar con ellos sin que nada te interrumpa."

ü "Es aquel en el cual mi pensamiento y acción está con ellos, es cuando estoy 100% atenta a lo que ellos quieren comunicarme y no me distraigo haciendo al mismo tiempo otras cosas o pensando en asuntos personales o de trabajo. Es cuando ellos me enseñan cómo puedo ser mejor persona a través de sus dudas, demandas y juegos; motivándolos de acuerdo a la personalidad que cada uno tiene…"

ü "Para mí significa estar cuando ellos me necesitan, cuando ellos me quieren contar algo que les sucedió en el cole o con sus amigos, cuando ellos quieren que yo les acompañe a hacer la tarea... O el momento donde yo aprovecho para evitar, por ejemplo, que vean la tele desmesuradamente y organizo algo en común que nos permita convivir."

ü "Es un tiempo en que lo más importante es aquello que es importante para ellos, no me concentro en mis propios rollos, sino que me enfoco en ver lo que a ellos les interesa, lo que les apasiona, y las cosas que son o pueden ser importantes para sus vidas, para su desarrollo y crecimiento. Es un tiempo en que hay una conversación natural y sin agenda muy definida."

ü "Lo que sabemos que les gusta y que los marcará de por vida al recordar nuestros tiempos juntos. No se trata de llenarlos de actividades para que se sientan satisfechos, cansados y sobre estimulados; sino de hacer algo con gran significado para ellos."

ü "Cuando pongo a mis hijos y sus intereses o inquietudes en primer lugar, y conscientemente estoy disponible para hacer lo que mis hijos desean que hagamos o hablar de lo que sea que ellos quieran hablar. Trato de ser flexible, creativa, y me enfoco en escucharlos, pero primordialmente en disfrutarnos. Busco expresarles mi amor a través de todos sus sentidos..."

ü "Es cuando te sientas en el suelo con él, lo miras a los ojos, escuchas lo que te dice y verdaderamente te involucras en lo que están haciendo juntos."

ü "Implica concentrarse en su conversación, ahondar en sus intereses, involucrarte en sus sentimientos y considerar sus inquietudes… No se trata de una actividad específica, se trata de la actitud que tomas al estar con ellos."

ü "Cuando ellos te expresan que quieren repetir ese momento, cuando te diviertes con ellos o cuando escuchas sus aventuras, sus dudas o problemas, esos momentos en los que te dicen: ´Papi ¿cuándo lo volvemos a hacer?´"

ü "Es pasar tiempo con ellos haciendo actividades que les hagan sentir lo mucho que se les ama, que nos unan y nos ayuden a conocernos más como personas y como familia."

ü "Convivir con ellos sabiendo que se está construyendo un buen recuerdo de esos momentos."

Las actividades que puedes realizar con tus hijos...

1. Jugar con ellos. A la pelota, juegos de mesa, con sus muñecas,  escondidillas o al escondite, mímica, ¡lo que sea!
2. Salir a su restaurante favorito y hablar, ir al cine y después a tomar una malteada o un helado.
3. Hacer manualidades.
4. Leer y contar cuentos.
5. Buscar conchas y piedras en la playa.
6. Hacer carreras.
7. Irse de un día de picnic.

Padres vigilantes, ¿niños protegidos?

Expertos explican cómo la cantidad y calidad de tiempo invertido en los hijos les proveen herramientas para enfrentarse a un mundo que cada vez es más peligroso
Quienes comenzaron a ser padres en esta era encontraron una sociedad muy distinta a la de su niñez: ahora, los padres no pasan todo el tiempo que quisieran con sus hijos mientras crecen los peligros fuera y dentro de casa. Si bien los adultos saben que no pueden esconder la realidad, el instinto de protección aparece en todo su esplendor cuando las amenazas se suceden unas a otras sobre sus crías indefensas.

Os dejo un artículo muy interesante:
Luis Enrique Bolívar, psicólogo y asesor en manejo de conflictos, y Berna Izkandar periodista especializada en temas de crianza y derechos de infancia, ofrecen una guía a los padres para lograr una vigilancia que mantenga a los hijos a salvo, pero que también les procure un desarrollo adecuado.

Siempre alerta.
Cuando ambos padres trabajan, muchas veces, es necesario contar con otra persona, familiar o no, para que se haga cargo de los niños. Iskandar considera que lo ideal es que los padres evalúen sus prioridades y tengan en cuenta que al contratar a alguien como niñera, “delegamos la importante función de constituirse en referentes determinantes durante los años en que se construye el bagaje emocional con el que enfrentarán el resto de sus vidas”.

Bolívar, por su parte, recomienda estar alerta a las siguientes señales que podrían indicar que el bebé o el niño está siendo víctima de abuso: irritabilidad manifestada por llanto y quejas sin motivo aparente, cambios de comportamiento notorios y bruscos, se pueden mostrar taciturnos, asustadizos o abstraerse con facilidad y comportamientos agresivos con otros niños o con juguetes que semejan la figura humana.

Monitoreados en vivo
Para asegurarse de que la persona que cuida a los niños durante el día está realizando un buen trabajo, el experto en tecnología y seguridad Luis Serpa propone monitorear algunos espacios de la casa con cámaras de vídeo. Se puede optar por:

· Cámaras fijas: pueden ser visibles o estar escondidas y requieren una instalación más laboriosa y costosa, pero ofrecen mayor calidad de la imagen y audio. Además, pueden programarse para ser chequeadas por internet e incluso moverlas a distancia para obtener una mejor visual

· Cámaras portátiles de menor tamaño y precio, que pueden estar escondidas en objetos cotidianos como un oso de peluche o un bolígrafo. La desventaja de este tipo de tecnología es que dependen de una batería y de la capacidad de memoria.

 
Enseñar o bloquear.

Es un hecho irreversible que los niños de hoy están expuestos a múltiples contenidos provenientes, sobre todo, de la televisión por cable y de internet. La aproximación de los niños a estos medios debe estar matizada, tal como plantea Bolívar, por un acompañamiento nutritivo por parte de los padres. Iskandar enfatiza en que si la crianza está colmada de presencia paterna y valores positivos, no quedará vacante para las influencias negativas por muy fuertes que éstas sean.

La decisión de qué tipo de información es adecuada para cada etapa del desarrollo recae sólo en los padres. Si un contenido violento- o de cualquier otra índole- es debidamente explicado, el niño tendrá un criterio para afrontarse a él. Los adultos pueden apoyarse, además, en los sistemas de clasificación por edad que ofrecen las guías de programación de la televisión por cable.

Si de todas formas prefiere limitar el acceso a ciertos contenidos que consideren no aptos, puede apoyarse en las herramientas que brinda la tecnología.

Las compañías de televisión por suscripción ofrecen la posibilidad de bloquear canales y programas, de forma gratuita, mediante el uso de una contraseña, programada a través del control remoto.

En Internet se pueden hacer dos tipos de bloqueos: el equipo de conexión a la red puede programarse para que niegue el acceso a páginas que contengan palabras determinadas o en el menú de opciones de internet, se puede colocar el nombre de la página web y prohibir su ingreso.

 
Extraños a raya.

Las premisas fundamentales son enseñarles a los niños a no aceptar regalos- golosinas o juguetes- de un extraño, no abrir la puerta de la casa y no revelar información personal a desconocidos. Esto vale tanto para las relaciones reales como para las virtuales, porque tal como advierte Iskandar “a través de la red cualquiera puede hacerse pasar por otra persona. Revelar datos privados en redes sociales equivale a decirlo en voz alta frente a muchos desconocidos. Debemos enseñar a nuestros hijos, que no se debe hacer por Internet, lo que tampoco haríamos en el mundo real”.

El dato

La edad mínima para registrarse en la red social Facebook es 13 años. Sin embargo, no existe una herramienta que permita verificar este dato, lo que permite que muchos niños mientan acerca de su edad para poder acceder a ella

La verdad es la mejor arma.

El deseo de independencia de los hijos, sin importar su edad, y la necesidad de los padres de protegerlos es algo que siempre va a chocar. Por eso, Bolívar recomienda a los padres decir siempre la verdad, ser congruentes entre lo que se dice y lo que se hace y no ocultar ningún evento por oscuro que parezca. Iskandar concluye que “de lo que se trata es de promover métodos humanizados de disciplina, estrategias respetuosas para conducir y acompañar a nuestros niños a reconocer y respetar los límites, lo cual supone más tiempo, comunicación, conexión y compromiso emocional”.

Madres detectives

Varias mujeres que han tenido que contratar niñeras relatan cómo se aseguran que sus hijos estén bien cuidados:

· “Trato de no ser previsible con mis horas de llegada a la casa” (Trina, arquitecto)

· “Sólo contrato personas que tengan referencias confiables y con las que pueda hablar previamente” (Patricia, publicista)

· “Algunas veces, cuando llego a casa, me quedo un rato escuchando detrás de la puerta, para ver cómo está el ambiente” (Nelly, abogada)

· “Confío en los reportes que hacen mis vecinos acerca del comportamiento de mis hijos durante el día” (Flor, administradora)

· “Observo la conducta de mi hija cuando me voy y cuando regreso, y la reviso bien para ver que no tenga algún golpe inexplicable. Si algo malo le estuviera pasando, mi instinto de madre prendería las alarmas” (Jennifer, enfermera).


Aunque sabemos que en nuestra sociedad, por lo general, el silencio resulta incómodo, no decir nada puede ser lo mejor que podemos hacer para el bienestar emocional del niño. Escuchar atentamente y en silencio es un voto de confianza, respeto y amor.

La escucha le da al niño un claro mensaje de que nos interesa, le aceptamos –sea cual sea su estado de ánimo–, confiamos en él o ella y respetamos su forma de descargar el dolor.

Si percibes que decir  lo que debe hacer y corregirle no hace más que aumentar el enfado de tu hijo/a, alumno/a, acuérdate del silencio.

El niño necesita ser escuchado, y ofrecerle el regalo del silencio es a menudo el mejor camino hacia el amor. La escucha auténtica, sin interpretar los sentimientos del niño y sin juicios ocultos ni consejos, ayudan al niño a expresar sus sentimientos sin llorar, lo que lleva a su recuperación emocional. Aunque puede que nos sintamos incómodos ante la expresión dramática de sus emociones, para el niño es una forma saludable de dejarlas salir.

Más de una vez hemos escuchado enfados entre hermanos o amigos que gritaban: “¡No voy a volver a jugar nunca más con él!”…, bien, al cabo de unos minutos hemos podido observar como la ira se va y continúa el juego…

Cuando los sentimientos de odio se expresan libremente ante alguien que escucha con amor, el niño puede superar esa emoción y volver a experimentar amor y felicidad.

Aprendiendo a Educar:



El papel de la familia en la educación

¿Qué es educar?

Podríamos encontrar un número significativo de respuestas; y todas válidas. Quizás, en cada una de ellas se acentúa un aspecto de este complejo proceso.

Educar es aprender a vivir en sociedad. La educación supone una interacción entre las personas que intervienen enseñando y aprendiendo simultáneamente, en un interjuego de relaciones personales que le confieren una dinámica particular a este proceso.

Es interesante el hecho de que la educación en su forma sistemática, planificada es intencional, pero hay educación aun en el caso que no seamos conscientes de estar enseñando sin que exista un propósito o una intención.

La educación es demasiado importante para dejarla sólo en manos de los maestros. Por lo que los padres deben ser agentes más activos ante el proceso educativo de sus hijos. Comprender que la dinámica educativa nos incluye a todos, es una actividad permanente que integra a los hijos, a los maestros, a los padres y a la comunidad en su conjunto.

Hablar de la familia y la escuela es hablar, en primer lugar, de la responsabilidad de los padres en la educación de sus hijos, y, en segundo lugar, de la necesidad de una colaboración estrecha entre los padres y los educadores. La participación de los padres en la educación de los hijos debe ser considerada esencial y fundamental, pues son ellos los que ponen la primera piedra de ese importante edificio que marcará el futuro de cada ser humano.

La familia es una de las instituciones básicas que existen en la sociedad y además se puede considerar la más importante en los primeros años de nuestra vida; es en la cual nos refugiamos, donde estamos más a gusto y desde donde empieza nuestra socialización y el aprendizaje de nuestro papel dentro de un grupo, que primero será la familia (y, por tanto, consideramos que es tan importante) y luego se extenderá llegando al colegio, con los amigos y, así hasta poder relacionarte con el resto de la sociedad. Es, por tanto, muy importante esta institución ya que forma a los individuos desde pequeños adquiriendo valores y aprendiendo a adaptarnos en nuestra cultura y sociedad.

Además cabe  decir que es la institución más cercana y donde encontramos mayor afecto. Convivir, aprender normas de conducta, comportamientos y otra serie de actos sociales son más fáciles de aprender dentro de la familia, aunque no debemos olvidar el papel de otras instituciones como la escuela que ayudan a reforzar todos estos valores y muchas veces introducen otros nuevos.

Se necesitan canales de comunicación y una acción coordinada para que los niños se desarrollen intelectual, emocional y socialmente en las mejores condiciones. Por ello, la suma del esfuerzo de ese proceso, la familia y la escuela, es, según los expertos, el camino a seguir. La sintonía entre los dos ámbitos vitales del niño, además de generar confianza entre padres, madres y profesores, estimulará la idea de que se encuentra en dos espacios diferentes pero complementarios.
Aquí podéis ver la necesidad educativa de fomentar la cooperación entre las familias y los centros escolares, al mismo tiempo que resalta los múltiples efectos positivos que conlleva tanto para los alumnos como para los padres, profesores, el centro escolar y por supuesto la comunidad en la que éste se asienta. La participación de los padres en la vida escolar parece tener repercusiones tales como una mayor autoestima de los niños, un mejor rendimiento escolar, mejores relaciones padres-hijos y actitudes más positivas de los padres hacia la escuela.

Somos conscientes de que los primeros años de vida, junto a otras instancias socializadoras, la familia es la principal. Pero si partimos de la idea de que el ambiente familiar y escolar son los que más influyen en el desarrollo del individuo y su proceso educativo, es fundamental la colaboración entre todos aquellos que intervienen en el desarrollo y formación del niño. Entre la escuela y la familia debe existir una estrecha comunicación para lograr una visión globalizada y completa del alumno, eliminando en la medida de lo posible discrepancias y antagonismos a favor de la unificación de criterios de actuación y apoyo mutuo ya que, por derecho y por deber, tienen fuertes competencias educativas y necesariamente han de estar coordinados, siendo objeto, meta y responsabilidad de ambas instituciones construir una intencionalidad educativa común.

Hablar de familia en la actualidad nos lleva a hablar de diversidad. Más allá del casi obligado plural con que debemos referirnos a la institución familiar, es cierto que las definiciones de familia por más variadas que sean descansan hoy en la relación interindividual, dando la idea de que la familia es ante todo un proyecto relacional que no hace referencia necesariamente a lazos de sangre.

Las familias acompañan la evolución de los niños, en el proceso de escolarización, que es la vía excelente para ir penetrando en otros ámbitos sociales diferentes a la familia. Esta, a través de estas funciones, apunta a educar a los niños para que puedan ser autónomos, emocionalmente equilibrados y, al mismo tiempo, capaces de establecer vínculos afectivos satisfactorios.

Podríamos decir que son dos, los aspectos fundamentales que marcan a la familia de hoy en día: es el niño quién la define, ya sea por su ausencia o por su presencia. Por otro lado, la historia de las personas dentro de las familias no es tan lineal como antaño: el ciclo de vida familiar no es tan previsible, y una misma persona puede pasar por muy diferentes etapas de su vida en cuanto a la familia: familia mono-parental, familia compuesta, etc..

Desde una perspectiva evolutivo-educativa, podemos decir que la familia supone:

  • un proyecto vital de existencia en común con un proyecto educativo compartido, donde hay un fuerte compromiso emocional,
  • un contexto de desarrollo tanto para los hijos como para los padres.
  • un escenario de encuentro inter-generacional,
  • una red de apoyo para las transiciones y las crisis.

Desde esta perspectiva, la familia aparece como el mejor contexto para acompañar a la persona para transitar los cambios que implica necesariamente la vida.

La armonía familiar, la comprensión y el apoyo aparecen como dimensiones centrales para la formación de sistemas de valores que se refieren a estados finales de la existencia y a comportamientos deseables. Estos resultados ilustran la relación que existe entre los valores característicos de cada sociedad y los valores individuales de sus miembros. La transmisión de valores parece darse en forma principal a través de la familia siendo entonces el clima familiar con todos sus componentes socio-afectivos lo que da sentido a los valores, sin descuidar, como hemos dicho que hay otros agentes que intervienen en la transmisión de valores: los medios de comunicación social, las instituciones educativas, etc.

Podemos por tanto ahora tener una visión más clara y a su vez más amplia de lo que significa la familia y qué importancia tiene para nosotros en nuestra vida, en una vida en sociedad; aunque nunca debemos olvidar que también pueden surgir problemas si esta misión de integración social no se tiene en cuenta, o se hace una mala gestión. Con esto, quiero decir que el concepto de familia va más allá de lo que en un principio se entiende de esta palabra, ya que se extiende a todos los campos de nuestro vivir diario y tiene serias influencias en nuestros comportamientos, ya sean para bien o para mal.

Es de esta forma y no otra que, los padres y docentes deben exigirse día a día por complementarse más y trabajar en comunión, para alcanzar el objetivo primordial de una sociedad, entregar a ésta, hombres y mujeres responsables, útiles, con valores y organizados que, aporten y no sean una tara en el futuro.

De tal manera, las influencias de los distintos agentes socializadores que intervienen en la formación de las nuevas generaciones desde diferentes escenarios debieran coincidir en los objetivos, los recursos y los procedimientos educativos que potencian el desarrollo de la personalidad del sujeto de forma más armónica y consistente.

Para finalizar, podríamos decir que la escuela y la familia son agentes de socialización; potenciar las influencias educativas de ambos y lograr su convergencia, aún no es una realidad, sino una utopía. Todavía debemos transitar un largo camino que debemos trazar y señalar en él hacia dónde queremos llegar.